Retrasar las agujas del tiempo y lograr que los años se noten lo menos posible en nuestro aspecto, son las principales razones por las que nos visitan nuestros pacientes.
Hay muchos factores desencadenantes del envejecimiento de la piel sobre los que no tenemos mucho que hacer como, por ejemplo, la genética. Pero sí que existen una serie de pautas y recomendaciones que podemos adoptar en nuestra vida diaria y que, combinadas con tratamientos preventivos y de mantenimiento, nos ayudarán a mantener un aspecto joven y saludable durante más tiempo.
La dieta
Una dieta sana es fundamental no sólo para prevenir de problemas de salud. Los alimentos tienen un gran impacto sobre nuestro cuerpo y nuestro aspecto, una correcta alimentación nos ayudará a mantener nuestro peso a raya, un factor fundamental a tener en cuenta si queremos disfrutar de un aspecto más joven. Es aconsejable una dieta equilibrada rica en proteínas y en ácidos grasos esenciales (omega 3). Específicamente hablando de los alimentos como fuente de antienvejecimiento, aquellos con un contenido alto en antioxidantes son nuestra mejor opción. Los radicales libres, una serie de moléculas que se forman cuando nuestras células metabolizan oxígeno, son responsables de daño celular que se traduce en envejecimiento. Los antioxidantes son un arma fundamental para neutralizar los efectos de estos radicales libres y contribuyen, por lo tanto, a ralentizar el proceso de envejecimiento. Las frutas como las granadas, los arándanos u otras frutas del bosque son muy ricas en antioxidantes. También los encontraremos en alimentos integrales ricos en fibras, brócoli, pescados azules, frutos secos, en frutas ricas en vitamina C como los cítricos, la papaya o en el té verde (contiene catequinas que, aparte de detener la oxidación son un potente anticancerígeno).
Lo más recomendable es dejarse asesorar por un experto en nutrición y antiaging para que evalúe nuestras necesidades concretas y pueda hacernos un diagnóstico personalizado.
El ejercicio
Aparte de ser un hábito fundamental para tener un cuerpo saludable, practicar ejercicio de manera regular nos ayuda no sólo a ganar en salud, sino también a lucir un aspecto más joven. Nos ayuda a mantenernos es nuestro peso y, además, mejora la circulación, reduce el estrés y ayuda a bajar la presión sanguínea, todos estos factores contribuyen a mantener la salud de nuestra piel.
Evitar hábitos nocivos: adiós al tabaco y a tomar el sol
Igual que hablamos de hábitos saludables tenemos que hablar de aquellos que no lo son como, por ejemplo, el tabaquismo. El tabaco provoca el envejecimiento prematuro de la piel, le echa encima años quitándole tono, calidad y contribuye en gran medida a la formación de arrugas muy antiestéticas, especialmente en el área de la boca (código de barras).
Otro hábito que contribuye de forma importante al envejecimiento de la piel y a la aparición de lesiones cutáneas son los rayos nocivos del sol. Es fundamental protegerse del sol y evitar exposiciones prolongadas. Los rayos ultravioleta dañan las fibras de elastina de nuestra piel, esto hace que la piel se descuelgue y pierda elasticidad. No hace falta renunciar al bronceado, que favorece a todo el mundo, existen en el mercado, actualmente, muchos y sofisticados productos que nos permiten broncearnos sin necesidad de exponernos a los rayos de sol.
Los tratamientos preventivos
A la hora de hablar de prevención, es inevitable hablar de hidratación, de colágeno y de ácido hialurónico.
Combatir la sequedad y la irritación en nuestra piel es imprescindible, ya que ambos factores pueden producir daños en la piel a nivel epidérmico que, además, se acumulan con los años. Por ello, es recomendable tener una rutina de cuidados desde muy temprano. Lavarnos la cara con algún producto específico y suave y acompañarlo de una buena crema hidratante por las mañanas y antes de acostarnos y hacernos un peeling suave un par de veces al año para renovar la piel y acompañarlo de un tratamiento o de una mascarilla profesional de hidratación intensa será suficiente para tener este frente cubierto.
Por otro lado, con la edad nuestra piel va perdiendo la capacidad de producir colágeno y ácido hialurónico. El colágeno está estrechamente ligado a la elasticidad de la piel y es la que hace que nuestra piel ofrezca resistencia al estiramiento. Si bien el colágeno está presente en algunos alimentos de origen animal, su consumo tiene unos efectos muy poco apreciables a nivel dermatológico. Otro componente esencial de nuestra piel que sirve como soporte del colágeno y las fibras de elastina es el ácido hialurónico. En la actualidad existen tratamientos que tienen efectos en la producción de colágeno y que son ideales como mantenimiento y como prevención. Entre ellos destaca la radiofrecuencia, actualmente el rey indiscutible entre los tratamientos. Esta tecnología logra estimular la producción de colágeno a través de la aplicación de calor con muy buenos resultados en pocas sesiones. Otro tratamiento preventivo y de mantenimiento es la mesoterapia facial. Se trata de un tratamiento a base de microinyecciones indoloras de ácido hialurónico y vitaminas que mejoran la hidratación de la piel y la elasticidad.
Los tratamientos de choque
Otra de las consecuencias de cumplir años es la pérdida progresiva del soporte cutáneo (tejido adiposo entre la piel y el músculo). Los rellenos a partir de grasa propia o de ácido hialurónico se convierten en este punto en nuestros mejores aliados para que nuestro aspecto luzca más joven y armónico. Con su ayuda podemos rellenar zonas clave del rostro, como son los pómulos que nos ayudan a deshacernos de un aspecto cansado y envejecido restituyendo volúmenes perdidos. Otras zonas donde podemos infiltrar son las arrugas nasolabiales. La inyección de endotoxinas también se perfila como un firme aliado a la hora de quitarnos unos añitos de encima. Su inyección en zonas estratégicas de la cara como frente y patas de gallo nos ayudan a recuperar la tensión de forma natural y progresiva.
Consulta con un profesional para saber cuáles son las opciones que mejor se adaptan a ti.